hasta las entrañas resecas de mi desteñida carne,
vertida desde la raíz de tus piernas
la sabia inconcebible de tu etérea esencia,
sisean entre relámpagos
tus besos por las grietas de mi alma.
Con la mirada empuñada,
cabalgan tus sentidos vigilando mis manos
que descienden beligerantes,
hacia el fondo enloquecido de mi vientre.
Divaga tu imagen sexual delirante
por los contornos,
erotizados,
de mi piel.
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